Culto del toro (Véase: Apis) El culto del toro y del carnero se tributaba a un solo y mismo poder, el de la creación generatriz, bajo dos aspectos: el celeste o cósmico, y el terrestre o humano. Los dioses de cabeza de carnero pertenecen todos ellos al último de los dos aspectos, mientras que los de cabeza de toro pertenecen al primero. Osiris, a quien estaba consagrado el toro, no fue considerado nunca como una divinidad fálica; tampoco lo fue Ziva con su toro Nandi, a pesar del lingam. Como Apis, Nandi es de puro color blanco de leche. Uno y otro eran emblemas del poder generador o evolucionario en el Kosmos universal. Aquellos que consideran los dioses solares y los toros como de un carácter fálico, o relacionan al Sol con él, están en un error. Solamente los dioses lunares, los carneros y los corderos son priápicos, y esto conviene muy poco a una religión que, aunque de un modo inconsciente, ha siempre adoptado para su culto un dios preeminentemente lunar y ha acentuado su preferencia eligiendo el cordero (cuyo padre es el morueco, detalle también preeminentemente fálico), por su más sagrado símbolo -para difamar otras religiones más antiguas por usar igual simbolismo. El culto del toro, Apis, Hapi Ankh, o el Osiris viviente, dejó de existir unos 3000 años atrás; el culto del carnero y del cordero continúa en nuestros días. Mariette Bay descubrió cerca de Menfis el Serapeum, necrópolis de los toros-Apis, imponente cripta subterránea de dos mil pies de largo y veinte de ancho, que contiene las momias de treinta toros sagrados. Si de aquí a mil años se descubriese bajo las cenizas del Vesubio o del Etna una catedral católico-romana con su cordero pascual, ¿se perdonaría a las generaciones futuras el inferir de esto que los cristianos eran adoradores del "cordero" y de la "paloma"? Y sin embargo, esos dos símbolos les darían tanto derecho para ello en un caso como en el otro. Además, no todos los "toros" sagrados eran fálicos, esto es, machos; había también "toros" hermafroditas y sin sexo. El negro toro Mnevis, hijo de Ptah, estaba consagrado al dios Ra en Heliópolis; el toro de la Paz de Hermonthis, lo estaba a Amon Horus, etc., etc. y el mismo Apis no era un animal macho, sino hermafrodita, lo cual demuestra su carácter cósmico. Es lo mismo que llamar fálico al Tauro del Zodíaco y a toda la Naturaleza.
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