Reencarnación Es la doctrina del renacimiento, en la cual creían Jesús y los apóstoles, lo mismo que toda la gente de aquellos tiempos, pero negada ahora por los cristianos (que no parecen comprender la doctrina de sus propios evangelios, puesto que la Reencarnación es enseñada claramente en la Biblia, como lo es en todas las demás escrituras antiguas.) Todos los egipcios convertidos al Cristianismo, los Padres de la Iglesia y otros creían en dicha dotrina, como lo prueban los escritos de varios de ellos. En los símbolos todavía existentes, el ave con cabeza humana que vuela hacia una momia, un cuerpo, o "el alma que se une con su sahou (el cuerpo glorificado del Ego, y también la envoltura Kâmalókica)", es una prueba de esta creencia. "El Canto de Resurrección" que entona Isis para hacer volver a la vida a su difunto esposo podría traducirse "Canto de Renacimiento", puesto que Osiris es la Humanidad colectiva. "¡Oh! Osiris (aquí sigue el nombre de la momia osirificada, o sea el difunto), levántate de nuevo en la santa tierra (materia), augusta momia que yaces en el féretro, bajo tus substancias corpóreas"; he aquí la oración funeraria que pronunciaba el sacerdote egipcio ante el difunto. La palabra "resurrección", entre los egipcios, nunca significó la resurrección de la mutilada momia, sino del Alma que la animaba, el Ego en un nuevo cuerpo. El hecho de revestirse periódicamente de carne el Alma o el Ego era una creencia universal; ninguna cosa puede estar más de acuerdo con la justicia y la ley kármica. (La Reencarnación es llamada palingenesia, metempsícosis, transmigración de las almas, etc., y como indican estos nombres, enseña esta doctrina que el Alma, el principio viviente, el Ego o parte inmortal del hombre, después de la muerte del cuerpo en que residía, pasa sucesivamente a otros cuerpos, de suerte que para un mismo individuo hay una pluralidad de existencias, o mejor dicho, una existencia única de duración ilimitada, con períodos alternativos de vida objetiva y vida subjetiva, de actividad y reposo, comúnmente llamados "vida" y "muerte", comparables en cierto modo a los períodos de vigilia y de sueño de la vida terrestre; cada una de estas existencias en la tierra es, por decirlo así, un día de la Gran Vida individual. Mediante el proceso de la Reencarnación, la entidad individual e imperecedera, la Tríada superior, transmigra de un cuerpo a otro, se reviste de nuevas y sucesivas formas o personalidades transitorias, recorriendo así en el curso de su evolución, una tras otra, todas las fases de la existencia condicionada en los diversos reinos de la Naturaleza, con el objeto de ir atesorando las experiencias relacionadas con las condiciones de vida inherentes a ellas, como atesora el estudiante diversos conocimientos y experiencias en cada uno de los cursos de su vida universitaria; hasta que, una vez terminado el ciclo de renacimientos, agotadas todas las experiencias y adquirida la plena perfección del Ser, el Espíritu individual, libre por completo de todas las trabas de la materia, alcanza Reencarnación
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