Satán (Hebraico) Seguramente no hay punto alguno en que se vea de un modo tan manifiesto a qué absurdos extremos pueden conducir las erróneas interpretaciones de ideas y doctrinas primitivas. El Satán de la teología occidental, con todo el horror dogmático de tal ficción, es hijo de una interpretación viciosa que ha desfigurado por completo uno de los conceptos más ideales y profundamente filosóficos del pensamiento antiguo. Las leyendas de los "Angeles caídos" y de las "Guerras en el cielo" son de origen puramente pagano, y proceden de la India y de la Caldea. Dichas guerras se refieren a luchas de ajustamiento espiritual, cósmico y astronómico, pero principalmente al misterio de la evolución del hombre, tal como es en la actualidad. El clero de todas las religiones dogmáticas considera a Satán como "Enemigo de Dios", "Angel rebelde", "Angel del Mal", o "Espíritu de las Tinieblas"; pero, una vez que deja de ser considerado segun el supersticioso y antifilosófico espíritu de las Iglesias, Satán viene a convetirse en la grandiosa figura de un Personaje que del hombre terrestre hace un Hombre divino; que le da, durante el dilatado ciclo del Mahâkalpa, la ley del Espíritu de Vida, que le libra del pecado de la ignorancia, y por lo tanto, de la muerte. (Doctr. Secr., I, 220). Satán era uno de los "Hijos de Dios" y el más hermoso de sus arcángeles. En los Purânas, el primer "Adversario" en forma humana es Nârada, hijo de Brahmâ, y uno de los más grandes Richis y Yoguis, designado con el sobrenombre de "Promovedor de contiendas". (Idem, II, 244). Satán es uno con el Logos (II, 245). El Logos es Sabiduría, pero, al mismo tiempo, como adversario de la ignorancia, es Satán y Lucifer. Satán es el verdadero creador y bienhechor, el Padre espiritual de la humanidad, el Heraldo de la Luz, el brillante Lucifer que abrió los ojos al autómata "creado" por Jehovah, y confirió al linaje humano la inmortalidad espiritual. (Id., II, 254). Impulsado por la ley del Karma y de la evolución eterna, el Angel se encarnó como hombre en la tierra conservando todo su saber y conocimiento divinos (II, 296). La Sabiduría divina, cayendo como un rayo (cadebat ut fulgur), avivó la inteligencia de aquellos que luchaban contra los demonios de la ignorancia y de la superstición. Satán puede considerarse alegóricamente como el Bien y el Sacrificio y como Dios de la Sabiduría (II, 247). No sin razón, pues, se le ha calificado de "Adversario", porque es, como acaba de decirse, el Dios de la Sabiduría, y especialmente de la Sabiduría secreta, naturalmente opuesta a toda ilusión mundana y efímera, incluyendo en ellas las religiones dogmáticas y eclesiásticas (Id., II, 394). Por otra parte, Satán ha existido siempre como fuerza antagónica, tal como la requieren el equilibrio y la armonía de todas las cosas de la Naturaleza, de igual modo que es necesaria la sombra para hacer más brillante la luz, y la noche para que resalte el esplendor del día. Dios y Satán: los dos "Supremos", son una sola y misma entidad vista desde dos aspectos Satán Satán (Hebreo)
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